Washington.
El amor de la gente por el queso y la cerveza va muy lejos. Sin embargo, según un estudio científico publicado el miércoles, los trabajadores de la mina de sal en Austria ya disfrutaban de la cerveza de queso azul hace 2700 años.
Los científicos hicieron este descubrimiento analizando muestras de excrementos humanos que se encuentran en el corazón de la mina Hallstatt en los Alpes austríacos. El estudio fue publicado en la revista Current Biology el miércoles.
Frank Meissner, microbiólogo del Instituto Europeo de Investigación en Bolzano, Italia, coautor del informe, dijo que le sorprendió saber que los mineros de sal de hace dos milenios estaban lo suficientemente avanzados como para «usar la fermentación a propósito».
«Creo que esto es muy difícil», dijo Meissner a la AFP. «Esto es algo que no esperaba en ese momento».
Según los investigadores, este hallazgo fue la evidencia más temprana de maduración del queso en Europa.
Y aunque el uso de alcohol está ciertamente bien documentado en escritos antiguos y evidencia arqueológica, los excrementos de los mineros de sal contenían la primera evidencia molecular del uso de cerveza en el continente en ese momento.
«Está claro que no sólo fue difícil la práctica culinaria prehistórica, sino que los alimentos intrincadamente procesados, así como las técnicas de fermentación, jugaron un papel en nuestra historia alimentaria temprana», dijo Kerstin Kovarrick del Museo de Historia Natural de Viena. .
La ciudad de Hallstatt, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se ha utilizado para la producción de sal durante más de 3.000 años, según Meissner.
La comunidad es «un lugar muy especial, está ubicada en los Alpes, en ninguna parte», explicó. «Toda la comunidad ha trabajado y vivido de esta mina».
Los mineros se pasaban todo el día trabajando allí, comiendo e yendo al baño allí mismo en la mina.
Debido a la alta concentración de sal en la mina a una temperatura constante de aproximadamente 8 ° C (46 ° F), las heces de los mineros están particularmente bien conservadas.
Los investigadores analizaron cuatro especímenes, uno de la Edad del Bronce, dos de la Edad del Hierro y uno del siglo XVIII.
Uno de ellos, de unos 2700 años, contenía dos hongos: Penicillium roqueforti y Saccharomyces cerevisiae. Ambos son conocidos hoy por su uso en la cocina.
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