El 21 de septiembre, el agujero de ozono antártico de 2023 alcanzó su tamaño máximo, cubriendo un área de 26 millones de kilómetros cuadrados. Este agujero de ozono se ubicó como el duodécimo más grande desde que se comenzaron a realizar mediciones en 1979.
Durante el pico de la temporada de agotamiento de la capa de ozono, el agujero alcanzó un promedio de 23,1 millones de kilómetros cuadrados. A pesar de estas cifras, se considera que este agujero de ozono es relativamente modesto debido al descenso en los niveles de compuestos de cloro producidos por el hombre y a las condiciones climáticas favorables.
Es importante destacar que el agotamiento del ozono antártico ocurre debido a la presencia de sustancias químicas artificiales que contienen cloro y bromo. Sin embargo, gracias al Protocolo de Montreal de 1987, se ha logrado una reducción significativa de estas sustancias en la atmósfera.
Las mediciones realizadas revelaron una concentración baja de ozono sobre el Polo Sur, lo cual es preocupante debido a los efectos negativos que este agotamiento puede tener en la salud humana y en el ecosistema en general.
Un suceso que posiblemente contribuyó al agotamiento de la capa de ozono de este año fue la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai en enero de 2022. Aunque aún no se puede determinar con precisión su impacto, se sabe que la erupción alcanzó la estratosfera antártica.
Estos datos demuestran la importancia de seguir trabajando en la protección de la capa de ozono y en la reducción de sustancias químicas que la dañan. Si bien se han logrado avances significativos, es fundamental mantener los esfuerzos para garantizar la preservación de este vital escudo protector.
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