En México, los arqueólogos han encontrado la evidencia más temprana del consumo de chile por humanos, que data de hace casi diez mil años. No está claro si estos chiles se recolectaron de la naturaleza o se plantaron, pero cuando los europeos llegaron a la región a principios del siglo XVI, el cultivo del chile se extendió ampliamente, desde México hasta las tierras de los incas en América del Sur. Los agricultores indígenas desarrollaron cinco variedades de chiles que se han diversificado a través de la reproducción selectiva en 40 tipos diferentes de chiles que varían en color, tamaño, dulzura y picor.
En las cocinas indígenas mesoamericanas, el chile ocupaba el segundo lugar después del maíz en importancia; En muchas sociedades, el día comenzaba con un plato de harina de maíz, sazonado con chile en polvo. El chile también se presenta en guisos y en los alimentos básicos de tamales, tacos y ceviches. Similar al molcajete mexicano moderno, los chiles en puré de herramientas de piedra se pueden agregar a la salsa de tomate o bebidas como el chocolate y el pulque alcohólico. El chile también se usaba en rituales e incluso como castigo por mal comportamiento de los niños que podían ser obligados a inhalar el humo del chile quemado. Como varios otros cultivos en esta lista, la palabra «chile» proviene del nombre de la planta en náhuatl, el idioma de los aztecas. Los europeos llamaron a estas frutas «pimientos» porque su sabor picante les recordaba a la pimienta negra, que es originaria de Asia y no está estrechamente relacionada.
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